domingo, 26 de febrero de 2012

Un clásico de Auden: "Musée de Beaux Arts"



Sobre el sufrimiento, los Viejos Maestros
nunca se equivocaron: qué bien comprendieron
su posición humana, el modo en que tiene lugar
mientras alguien está comiendo o abriendo una ventana
                                                [o caminando desganado;
cómo, mientras los viejos esperan apasionadamente, 
devotamente el nacimiento milagroso, debe haber siempre niños
que no quisieron que pasara precisamente eso,
patinando en un estanque a orillas del bosque;
ellos nunca olvidaron
que hasta el horrible martirio debe seguir su curso
aunque sea en un rincón, en un lugar descuidado
en el que los perros siguen con su perra vida y el caballo 
                                                             [del torturador 
se rasca su anca inocente contra un árbol.

En el Ícaro de Brueghel, por ejemplo: como todo le da la espalda
apaciblemente al desastre; el labrador tal vez haya escuchado
la caída, el grito desamparado,
pero para él no era un fracaso importante; el sol brillaba,
como tenía que hacerlo, sobre las blancas piernas que desaparecían
                                                                        [en el agua verde,
y ese barco espléndido y costoso que debió haber visto
algo extraordinario –un niño cayendo del cielo–,
tenía un destino al que llegar y zarpó con calma hacia él.



Musée de Beaux Arts//About suffering they were never wrong,/The Old Masters; how well, they understood/Its human position; how it takes place/While someone else is eating or opening a window or just walking dully along;/How, when the aged are reverently, passionately waiting/For the miraculous birth, there always must be Children who did not specially want it to happen, skating/On a pond at the edge of the wood:/They never forgot/ That even the dreadful martyrdom must run its course/Anyhow in a corner, some untidy spot/ Where the dogs go on with their doggy life and the torturer's horse/Scratches its innocent behind on a tree.//In Breughel's Icarus, for instance: how everything turns away/Quite leisurely from the disaster; the ploughman may/Have heard the splash, the forsaken cry,/But for him it was not an important failure; the sun shone/ As it had to on the white legs disappearing into the green/Water; and the expensive delicate ship that must have seen/Something amazing, a boy falling out of the sky,/had somewhere to get to and sailed calmly on.


viernes, 24 de febrero de 2012

Una fotografía (Joseph Brodsky)





Vivíamos en una ciudad color vodka congelado.
La electricidad llegaba de lejos, de los pantanos,
y por las noches la casa parecía 
manchada de turba y picada por mosquitos. 
La ropa era incómoda y traicionaba
la cercanía del Ártico. Al final del largo pasillo
sonaba el teléfono: volvía en sí de mala gana
una vez terminada la guerra.
El billete de tres rublos exhibía mineros y aviadores. 
¿Cómo podía yo saber que algún día
todo eso dejaría de existir? En la cocina, 
las ollas esmaltadas infundían confianza en el mañana, 
transformándose tercamente, en mis sueños, 
en cascos o ejércitos marcianos. También los coches 
marchaban hacia el futuro: casi todos eran negros
o grises y a veces -los taxis- marrones. 
Es extraño y poco agradable pensar
que ni el metal conoce su destino, que la vida 
se entregó a una apoteosis de la empresa Kodak, 
con su fe en las copias y el descarte de negativos. 
Cantan las aves del paraíso, aunque no tengan 
ninguna rama donde posarse.

1994 

A Photograph. We lived in a city tinted the color of frozen vodka./Electricity arrived from afar, from swamps, and the apartment, at evening, seemed /smudged with peat and mosquito-bitten./ Clothes were cumbersome, betraying/the proximity of the Arctic. At the corridor's farthest end /the telephone rattled, reluctantly coming back/ to its senses after the recently finished war./ The three-ruble note sported coal miners and aviators./I didn't know that someday all this would be no more./In the kitchen, enameled pots were instilling confidence in tomorrow/ by turning stubbornly, in a dream, into headgear or a Martian army. Motorcars also were/ rolling toward the future and were mostly black, gray, and sometimes -the taxis-/even light brown. It's strange and not very pleasant /to think that even metal knows not its fate/and that life has been spent for the sake of an apoteosis/of the Kodak company, with its faith in prints/ and jettisoning of the negatives./Birds of Paradise sing, despite no bouncing branches.// 1994 

Joseph Brodsky. Canción de cuna y otros poemas. Traducción de Daniel Camozzi y Walter Cassara. Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2009.


lunes, 6 de febrero de 2012

Del otro lado (Giannuzzi, otra vez)





Alguien ha muerto del otro lado de la pared. 
A ratos hay una voz aprisionada por un sollozo. 
Soy el vecino más próximo y me siento
un poco responsable: la culpa
encuentra siempre una oportunidad. 
En el resto del edificio
nadie parece enterado. Hablan, 
ríen, encienden televisores, devoran
toda la carne y la canción posibles. Si supieran
lo que ha ocurrido allí cerca, no alcanzaría
el pensamiento de la muerte
para alterar el ritmo cardíaco del conjunto. 
Empujarían al difunto hacia el futuro
y la indiferencia tendría sus razones: 
después de todo, nadie se muere más que otro.