martes, 23 de octubre de 2007

"La vraie bataille" de Armand Robin


La verdadera batalla

Pondremos al viento de nuestro lado, a la arena,
Los caballos desde la sombra en marcha, furiosos
Por no llegar más lejos; tenemos el arma
Que blanquea el espacio, tenemos el alma
Que nace a fuerza de atravesar jadeos
Nacimos del movimiento, nuestro ademán levanta polvo
Y he aquí que nuestro paso de crispados caballos,
a los dos lados de la ruta —que esperamos sea muy larga—,
Pone de lado, de nuestro verdadero lado, los cúmulos de arena
Donde el viento se dibuja y permance mejor que un follaje,
Arena en hojas dibujadas, hojas y hojas de azares,
Nuestro destino pasa de una arena a otra, es la efímera
Huida más allá de nosotros mismos, es estar al fin
Solos sobre una gran árida planicie, sin ningún otro dios
Que aquel que brilla en nuestro sable, nuestro sable
Que no es más que el sol, que nuestra voz gritando
En acentos de sol golpeados de arena; el amargo
Desierto nos lleva más allá del final mismo,
Estamos muertos o no lo estaremos nunca,
La muerte, la vida se extiende más allá de nosotros,
Galopa desde sol hasta la nieve sin saberlo.


* * *

La vraie bataille

Nous mettrons de notre côté le vent, le sable/Les chevaux dès l’ombre en route, toujours fâchés/De ne pas aller assez loin, nous avons l’arme/blanchissant de l’espace, nous avons l’âme/Qui naît à force de traverser les souffles/Nous sommes nés du mouvement, notre geste poudroie/Et voici que notre marche de chevaux énervés,/De deux côtés de la route, que nous voulons très longue/Met de côté, de notre vrai côté, les tas de sables/Oú le vent se dessine mieux qu’en feuillage et reste,/Sable en feuilles dessinées, feuilleté de hasards,/Notre destin s’en va d’un sable à l’autre, c’est l’éphémère/Fuite devant nous-mêmes, c’est être enfin/Seuls sur un grand plateau aride, sans aucun dieu/Que celui qui luit dans notre sabre, et notre sabre/N’est rien que le soleil que nôtre voix criant/En accents de soleil frappés de sable; l’âpre/Désert nous mène au-delà de la fin même, Nous sommes morts ou ne le serons jamais/La mort, la vie au-delà de nous-mêmes s’étend,/Galope du soleil jusqu’à la neige sans le savoir.

jueves, 11 de octubre de 2007

dos versiones de "Elm" de Sylvia Plath



Elm

for Ruth Fainlight

I know the bottom, she says. I know it with my great tap root;
It is what you fear.
I do not fear it: I have been there.

Is it the sea you hear in me,
Its dissatisfactions?
Or the voice of nothing, that was you madness?

Love is a shadow.
How you lie and cry after it.
Listen: these are its hooves: it has gone off, like a horse.

All night I shall gallup thus, impetuously,
Till your head is a stone, your pillow a little turf,
Echoing, echoing.

Or shall I bring you the sound of poisons?
This is rain now, the big hush.
And this is the fruit of it: tin white, like arsenic.

I have suffered the atrocity of sunsets.
Scorched to the root
My red filaments burn and stand,a hand of wires.

Now I break up in pieces that fly about like clubs.
A wind of such violence
Will tolerate no bystanding: I must shriek.

The moon, also, is merciless: she would drag me
Cruelly, being barren.
Her radiance scathes me. Or perhaps I have caught her.

I let her go. I let her go
Diminished and flat, as after radical surgery.
How your bad dreams possess and endow me.

I am inhabited by a cry.
Nightly it flaps out
Looking, with its hooks, for something to love.

I am terrified by this dark thing
That sleeps in me;
All day I feel its soft, feathery turnings, its malignity.

Clouds pass and disperse.
Are those the faces of love, those pale irretrievables?
Is it for such I agitate my heart?

I am incapable of more knowledge.
What is this, this face
So murderous in its strangle of branches? ----

Its snaky acids kiss.
It petrifies the will. These are the isolate, slow faults
That kill, that kill, that kill.

01. Versión de Victoria L. Martí.

Olmo

Para Ruth Fainlight

Conozco el fondo, dice ella. Lo conozco con mi gran raíz primaria:
Es lo que te temés.
Yo no le tengo miedo: estuve ahí.

¿Es el mar lo que oís adentro mío,
sus descontentos?
¿O la voz de la nada, que era tu locura?

El amor es una sombra.
Cómo se miente y se llora tras él.
Escuchá: estos son sus cascos: se disparó, como un caballo.

Voy a galopar así toda la noche, impetuosamente,
Hasta que tu cabeza se vuelva una piedra, tu almohada un pedazo de pasto
Y retumbe, retumbe.

¿O debería traerte el sonido de venenos?
Esto es la lluvia ahora, esta inmensa calma.
Y éste es su fruto: blanco estaño, como arsénico.

He padecido la atrocidad de los crepúsculos.
Chamuscada hasta la raíz
Mis filamentos rojos arden y permanecen, un manojo de alambres.

Ahora me rompo en mil pedazos que vuelvan por ahí como garrotes.
Un viento de tal violencia
No va a tolerar espectadores: tengo que gritar.

También la luna es despiadada: me arrastraría
Cruel cuando está yerma.
Su resplandor me calcina. O tal vez yo la tenga atrapada.

La dejo ir. La dejo ir.
Menguante y chata, como después de una cirugía radical.
Cómo me poseen y me alimentan tus pesadillas.

Estoy habitada por un grito.
Nocturno aletea
Buscando, con sus garfios, algo para amar.

Me aterroriza esta cosa oscura
Que duerme en mí;
Todo el día siento sus suaves giros como plumas, su malignidad.

Nubes pasan y se dispersan.
¿Son esas las caras del amor, esas pálidas irrecuperables?
¿Es por ellas que se agita mi corazón?

Soy incapaz de más conocimiento.
¿Qué es esto, esta cara
tan asesina en su manera de estrangularse con ramas?

Su ácido beso de víbora.
Petrifica la voluntad. Estas son las aisladas, lentas faltas
Que matan, que matan, que matan.

02. Versión de María Julia de Ruschi Crespo.

Olmo

Para Ruth Fainlight

Dice: conozco el fondo. Lo conozco con mi profunda raíz.
Tú le temes.
Yo no: estuve ahí.

¿Es el mar lo que oyes en mí,
La ansiedad del mar?
¿O es la voz de la nada, tu locura?

El amor es una sombra.
Cómo mientes y lloras por él.
Escucha: estos son sus cascos: se fue, como un caballo.

Resonando, resonando,
Toda la noche galoparé como él, impetuosamente,
Hasta que tu cabeza sea una piedra y tu almohada un poco de césped.


¿O he de traerte el sonido de venenos?
Esta gran calma es la lluvia.
Y éste es su fruto blanco acerado, se parece al arsénico.

He sufrifo la atrocidad de las puestas de sol.
Abrasados hasta la raíz,
Mis filamentos rojos arden y resisten, una mano de alambres.

Ahora me rompo en pedazos que vuelan como clavas.
Un viento tan violento
No tolerará espectadores. Debo aullar.

También la luna es cruel: me arrastraría
Sin piedad, si fuese estéril.
Su resplandor me hiere. O tal vez la he atrapado.

La dejo ir. La dejo ir.
Disminuida y aplastada como después de una cirugía general.
¡Cómo me poseen tus pesadillas, y me enriquecen!

Me habita un grito.
De noche se agita
Buscando con sus garras algo para amar.

Me aterra esta cosa oscura
Que duerme en mí;
Todo el día siento su suave insidia, su malignidad.

Las nubes pasan y desaparecen.
¿Son así los rostros del amor, tan pálidos e irrecuperables?
¿Por eso se conmueve mi corazón?

Ese es todo mi saber.
¿Qué es eso, esa cara asesina
Ahorcada entre las ramas?—

Sus ácidos ofídicos besan.
Petrifica la voluntad. Estas son los lentos y torpes deslices
Que matan.

viernes, 5 de octubre de 2007

dos de Apollinaire


Observo la calma del domingo
Y alabo la pereza
Cómo cómo reducir
La pequeña ciencia sin fin
Que me imponen mis sentidos
Uno es igual a las montañas al cielo
A las ciudades a mi amor
Se parece a las estaciones
Vive decapitado su cabeza es el sol
Y la luna su cuello cortado
Quisiera probar un ardor infinito
Monstruo de mi oído ruges y lloras
Usas el trueno de cabellera
Y tus garras repiten el canto de los pájaros
El tacto monstruoso me penetró me envenena
Mis ojos nadan lejos de mí
Y los astros intactos son mis maestros sin pruebas
El animal del humo tiene la cabeza florida
Y el monstruo más hermoso
Con el sabor del laurel se acongoja


* * *

Al final las mentiras ya no me dan miedo
Es la luna que se cuece como un huevo en la fuente
Ese collar de gotas de agua va adornar a la ahogada
He aquí mi ramo de flores de la Pasión
Que ofrecen tiernamente dos coronas de espinas
Las calles están mojadas por la lluvia reciente
Ángeles laboriosos trabajan por mí en mi casa
La luna y la tristeza desaparecerán durante
Todo el santo día
Todo el santo día caminé cantando
Una dama inclinada a su ventana me miró largo tiempo
Alejarme cantando


del poema Les Fiançailles (Los esponsales)
"Alcools"

jueves, 4 de octubre de 2007

3 fragmentos de la Antígona de Jean Anouilh

1
Ismene
¡Al menos intenta comprender!

Antígona
Comprender... No tienen otra palabra en la boca, todos, desde que era pequeña. Había que comprender que no se puede tocar al agua, al agua bella y fría escapando, porque moja las baldosas; no a la tierra, porque mancha los vestidos. Había que comprender que no se debe comer todo a la vez, dar todo lo que se tiene en los bolsillos al mendigo que cruzamos; correr, correr en el viento hasta caerse, y beber cuando se tiene calor y bañarse cuando es muy temprano o muy tarde, ¡pero no justo cuando se tienen ganas! Yo no quiero comprender. Comprenderé cuando sea una vieja. (Acaba en voz más baja). Si envejezco. No ahora.


2
Ismene
¿No tienes ganas de vivir?

Antígona, murmura
No tener ganas de vivir... (Y todavía más bajo, si es posible) ¿Quién se levantaba primera, de mañana, nada más que para sentir el aire frío sobre su piel desnuda? ¿Quién se acostaba última, cuando ya no podía más de fatiga, sólo para vivir un poco más de la noche? ¿Quién lloraba desde pequeña, al pensar que había tantas criaturas, tantas briznas de hierba en el prado, que no podía tomarlas a todas?

3

Creón, sacude a Antígona
¿Entonces te callarás?

Antígona
¿Por qué quieres hacerme callar? ¿Porque sabes que tengo razón? ¿Crees que no leo en tus ojos que lo sabes? Sabes que tengo razón, pero no lo confesarás nunca porque en este momento estás defendiendo tu felicidad como a un hueso.

Creón
¡La tuya y la mía, sí, imbécil!

Antígona
¡Ustedes me repugnan, todos, con su felicidad! Con su vida que hay que amar cueste lo que cueste. Parecen perros que lamen todo lo que encuentran. Y esa diminuta suerte para todos los días, si uno no es demasiado exigente. Yo, yo quiero todo, ahora mismo, entero, ¡o sino me niego! No quiero ser modesta y contentarme con un pedazo, si he sido prudente. Quiero estar segura de todo hoy y que todo sea tan bello como cuando era pequeña, o morir.

* * *
Antígona de Jean Anouilh se presentó por primera vez en París, el 4 de febrero de 1944, en el Teatro de l’Atelier.

martes, 2 de octubre de 2007

En una página de los diarios de Julien Green


Febrero de 1935

16 de febrero. Envidio a veces, con bajeza, a aquellos que pueden convertirse, arrojarse a los pies de un sacerdote y liberarse de todo aquello que los agobia o los hace sufrir. Para mí, la cosa es imposible. Hasta me parece un poco innoble. Ser libres de lo que se ha hecho por haber confesado todo a un hombre en sotana... No. Tal vez no sea bueno rechazar lo que la carne nos entrega de alegría y tristeza, sobre todo porque no debemos renegar de la vida. Feliz aquel que sin violencia, y sin una lucha agotadora, alcanza a adormecer su deseo y subir más alto.

22 de febrero. Tormenta anoche. El viento me despertó cerca de las tres. Tuve pensamientos melancólicos. Durante el día, toda clase de cosas agradables o insignificantes nos ocultan la verdad; es sólo durante esos isomnios de madrugada que uno se da cuenta de que la muerte nos espera.

De Derniers Beaux Jours
(Journal 1935-1939)

lunes, 1 de octubre de 2007

Diarios de Kafka


“Me resulta incomprensible que casi todos los que saben escribir puedan objetivar el dolor en medio del dolor; que yo, por ejemplo, en medio de la desdicha, y con la cabeza ardiente de tanta infidelidad, pueda sentarme y comunicarle a alguien por escrito: Soy desgraciado. Sí, puedo incluso ir más lejos y con los diversos adornos, propios de mi talento, con algo que no parece tener nada que ver con la desdicha, puedo fantasear de un modo simple o antitético, o con orquestas enteras de asociaciones. Y no hay mentira en ello ni me calma el dolor; se trata, simplemente, y de un modo generoso, de un desbordamiento de fuerzas en un momento en que el dolor ha consumido visiblemente todas mis energías hasta el fondo de mi ser, donde sigue escarbando. Pero, ¿qué clase de desbordamiento es éste?”

(Septiembre de 1918)

* * *

“M. tiene razón respecto a mí: ‘Todo magnífico, sólo que no está hecho para mí, y con razón’. Con razón, digo yo, y demuestro que tengo al menos esta confianza. ¿O es que ni siquiera la tengo?, porque no pienso realmente en ‘razón’. La vida tiene tanto poder de convicción, que no deja lugar para la razón y la sinrazón. Del mismo modo que tú, en el momento desesperado de la muerte, no podrás meditar en la razón y en la sinrazón, tampoco podrás hacerlo en la desesperación de la vida. Basta con que las flechas encajen exactamente en las heridas que han abierto”

(enero de 1922)

* * *

“Cada vez me da más miedo escribir cosas. Es comprensible. Cada palabra, retorcida en manos de los espíritus —este impulso de la mano es su movimiento característico—, se convierte en una lanza dirigida contra el que habla. Y muy especialmente, una observación como ésta. Y así, hasta el infinito. El consuelo sería sólo: Ocurriá, quieras o no. Y lo que tú quieres, te sirve de bien poco. Más que un consuelo, sería esto: También tú tienes armas”.

(1923)


Franz Kafka, Diarios. Traducción de Feliu Formosa. Tusquets, Barcelona, 2000.